Revista Espírita Periódico de Estudios Psicológicos - 1861

Allan Kardec

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Jean-Jacques Rousseau
(Médium: Sra. de Costel)

Nota – La médium estaba ocupada con cosas ajenas al Espiritismo; se disponía a escribir acerca de asuntos personales, cuando una fuerza invisible la impulsó a escribir el siguiente texto, a pesar de su deseo de proseguir el trabajo comenzado. Es lo que explica el inicio de la comunicación: «Heme aquí, aunque no me llames. Vengo a hablarte de cosas ajenas a tus preocupaciones. Soy el Espíritu Jean-Jacques Rousseau. Desde hace tiempo que esperaba la ocasión de comunicarme contigo. Por lo tanto, escucha.

«Pienso que el Espiritismo es todo un estudio filosófico de las causas secretas de los movimientos interiores del alma, poco o nada definidos hasta aquí. Él explica, más aún de lo que descubre, nuevos horizontes. La reencarnación y las pruebas enfrentadas antes de llegar al fin supremo, no son revelaciones, sino una confirmación importante. Estoy conmovido con las verdades que ese medio saca a la luz. Digo intencionalmente medio, porque –a mi entender– el Espiritismo es una palanca que elimina las barreras de la ceguera. La preocupación con las cuestiones morales está enteramente por desarrollarse. Se discute la política que mueve los intereses generales; se discuten los intereses privados; se apasionan por el ataque o por la defensa de personalidades; los sistemas tienen sus partidarios y sus detractores, pero las verdades morales, que son el pan del alma, el pan de la vida, son olvidadas en el polvo acumulado de los siglos. Todos los perfeccionamientos son útiles a los ojos de la multitud, excepto los del alma; su educación, su elevación son quimeras, a lo sumo buenas para deleitar a los sacerdotes, a los poetas, a las mujeres, ya sea como moda o como enseñanza.

«Si el Espiritismo resucita al Espiritualismo, devolverá a la sociedad el impulso que a unos da la dignidad interior, a otros la resignación y a todos la necesidad de elevarse hacia el Ser supremo, olvidado y menospreciado por sus ingratas criaturas.»

J.-J. ROUSSEAU