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El Libro de los Espíritus > LIBRO SEGUNDO — MUNDO ESPIRITISTA O DE LOS ESPIRITUS > CAPÍTULO VI — VIDA ESPIRITISTA > MUNDOS TRANSITORIOS > 236
236. ¿Los mundos transitorios están por su naturaleza especial perpetuamente consagrados a los espíritus errantes?
«No; su posición es temporal únicamente».
-¿Están habitados al mismo tiempo. por seres corporales
-¿Están habitados al mismo tiempo. por seres corporales
«No: pues su superficie es estéril. Los que los habitan no sienten necesidades».
-¿Esta esterilidad es permanente y procede de su naturaleza especial?
«No; son estériles por transición».
-¿Esos mundos deben, pues, carecer de bellezas naturales?
«La naturaleza se traduce en las bellezas de la inmensidad, que no son menos admirables que las que llamáis naturales».
«La naturaleza se traduce en las bellezas de la inmensidad, que no son menos admirables que las que llamáis naturales».
-Puesto que el estado de estos mundos es transitorio, ¿pertenecerá el nuestro algún día a ellos?
«Ha pertenecido ya».
-¿En qué época? «Durante su formación».
Nada hay inútil en la naturaleza; todo tiene su objeto y su destino: nada está desocupado; todo está habitado, y en todas partes reina la vida. Así pues, durante la larga serie de siglos que transcurrieron, antes de que apareciese el hombre en la tierra, durante aquellos lentos períodos de transición, atestiguados por las capas geológicas. antes aun de la formación de los primeros seres orgánicos, no faltaba vida en aquella masa informe, en aquel árido caos donde estaban confundidos los elementos, pues en él encontraban refugio seres que no tenian ni nuestras necesidades, ni nuestras sensaciones físicas. Dios quiso que aun en semejante estado de imperfección, sirviese para algo. ¿Quién, pues, se atreverá a decir que, entre esos miles de mundos que circulan por la inmensidad, tiene el privilégio de estar habitado uno solo, uno de los más pequeños, confundido con la multitud? ¿Cuál sería la utilidad de los otros? ¿Habríalos creado Dios sólo para recreo de nuestros ojos? suposición absurda, incompatible con la sabiduría que en todas sus obras se revela, e inadmisible, cuando se consideran todos los que no podemos distinguir. Nadie negará que en la idea de que existen mundos impropios todavía para la vida material, pero poblados, sin embargo, de seres vivientes apropiados a semejante medio, haya algo de grande y de sublime, en lo cual encontraremos quizá solución a más de un problema.
«Ha pertenecido ya».
-¿En qué época? «Durante su formación».
Nada hay inútil en la naturaleza; todo tiene su objeto y su destino: nada está desocupado; todo está habitado, y en todas partes reina la vida. Así pues, durante la larga serie de siglos que transcurrieron, antes de que apareciese el hombre en la tierra, durante aquellos lentos períodos de transición, atestiguados por las capas geológicas. antes aun de la formación de los primeros seres orgánicos, no faltaba vida en aquella masa informe, en aquel árido caos donde estaban confundidos los elementos, pues en él encontraban refugio seres que no tenian ni nuestras necesidades, ni nuestras sensaciones físicas. Dios quiso que aun en semejante estado de imperfección, sirviese para algo. ¿Quién, pues, se atreverá a decir que, entre esos miles de mundos que circulan por la inmensidad, tiene el privilégio de estar habitado uno solo, uno de los más pequeños, confundido con la multitud? ¿Cuál sería la utilidad de los otros? ¿Habríalos creado Dios sólo para recreo de nuestros ojos? suposición absurda, incompatible con la sabiduría que en todas sus obras se revela, e inadmisible, cuando se consideran todos los que no podemos distinguir. Nadie negará que en la idea de que existen mundos impropios todavía para la vida material, pero poblados, sin embargo, de seres vivientes apropiados a semejante medio, haya algo de grande y de sublime, en lo cual encontraremos quizá solución a más de un problema.