EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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3. Toda la moral de Jesús se resume en la caridad y en la humildad, es decir, en las dos virtudes contrarias al egoísmo y al orgullo. En todas sus enseñanzas, manifiesta que estas virtudes son el camino de la eterna felicidad. Bienaventurados, dice, los pobres de espíritu, es decir, los humildes, porque de ellos es el reino de los cielos; bienaventurados los que tienen el corazón puro; bienaventurados los que son mansos y pacíficos; bienaventurados los que son misericordiosos; amad a vuestro prójimo como a vosotros mismos; haced a los otros lo que quisiérais que hiciesen con vosotros; amad a vuestros enemigos; perdonad las ofensas, si queréis que os perdonen; haced el bien sin ostentación; juzgaos vosotros mismos antes de juzgar a los otros. Humildad y caridad, esto es lo que no cesa de recomendar y de lo que El mismo da el ejemplo: orgullo y egoísmo, esto es lo que no cesa de combatir pero hace aún más que recomendar la caridad, la plantea con claridad y en términos explícitos como condición absoluta de la felicidad futura.


En el cuadro que presenta Jesús del juicio final, es menester, como en otras muchas cosas, atender a la parte figurada y a la alegórica. A los hombres a quienes hablaba, aun incapaces de comprender las cosas puramente espirituales, debía presentar imágenes materiales, penetrantes y capaces de impresionar para que fuesen mejor aceptadas no debía apartarse mucho de las ideas que aceptaban; en cuanto a la forma, reservando siempre para el porvenir la verdadera interpretación de sus palabras y de los puntos sobre los cuales no podía explicarse con claridad. Mas al lado de la parte accesoria y figurada del cuadro, hay una idea dominante, la de la felicidad que espera al justo y de la desgracia reservada al malo.


En este juicio supremo, ¿cuáles son los considerandos de la sentencia? ¿Sobre qué se informa? ¿Pide, acaso, el juez, si se ha llenado tal o cual formalidad, observando más o menos tal o cual práctica exterior? No; sólo se informa de una cosa: de la práctica de la caridad, y pronuncia diciendo: Vosotros que habéis socorrido a vuestros hermanos, pasad a la derecha; vosotros que habéis sido duros para ellos, pasad a la izquierda. ¿Se informa, acaso, de la ortodoxia de la fe? ¿Hace una distinción entre el que cree de un modo y el que cree de otro? No, porque Jesús coloca al samaritano, considerado como hereje, pero que tiene el amor al prójimo, sobre el ortodoxo que falta a la caridad. Jesús no constituye a la caridad en una de las condiciones para la salvación, sino en condición única; si se hubiesen de cumplir otras, las hubiera expresado. Si colocó la caridad en primera línea entre las virtudes, es porque implícitamente encierra todas las otras: la humildad, la mansedumbre, la benevolencia, la indulgencia, la justicia, etc., y porque es la negación absoluta del orgullo y del egoísmo.