EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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Oración para un niño recién nacido

53. Prefacio. Los espíritus no llegan a la perfección sino después de haber pasado por las pruebas de la vida corporal: los que están errantes esperan que Dios les permita volver a tomar otra existencia que debe proporcionarles un medio de adelantamento, ya sea por la expiación de sus faltas pasadas por medio de vicisitudes, a las que se han sometido, ya. sea también cumpliendo una misión útil a la humanidad. Su adelantamiento y su felicidad futura serán proporcionados a la manera como habrán empleado el tiempo que deben pasar en la Tierra. El encargo de guiar sus primeros pasos y dirigirles hacia el bien está confiado a sus padres, que responderán ante Dios del modo como hayan cumplido su mandato. Para facilitar esta ejecución, Dios ha hecho del amor paternal y del amor filial una ley de la naturaleza, ley que no se viola jamás impunemente.

54. Oración. (Dichas por los padres). - Espíritu que te has encarnado en el cuerpo de nuestro hijo, bien venido seas entre nosotros; Dios Todopoderoso que lo habéis enviado, bendito seáis.


Este es un depósito que nos ha sido confiado, del que debemos dar cuenta en su día. Si pertenece a la nueva generación de los espíritus que debe poblar la Tierra, ¡gracias, Dios mío, por este favor! Si es un alma imperfecta, nuestro deber es ayudarla a progresar en el camino del bien, por nuestros consejos y buenos ejemplos; si cae en el mal por culpa nuestra, de ello responderemos ante vos, porque no habremos cumplido nuestra misión respecto a él.


Señor, sostenednos en nuestro trabajo y dadnos fuerza y voluntad para cumplirlo. Si este niño debe ser objeto de nuestras pruebas, ¡que se cumpla vuestra voluntad!


Espíritus buenos que habéis venido a presidir su nacimiento y debéis acompañarle durante su vida, no lo abandonéis. Separad de él a los espíritus imperfectos que pudieran inducirle al mal; dadle fuerza para resistir a sus sugestiones y el valor para sufrir con paciencia y resignación las pruebas que le esperan en la Tierra. (Capítulo XIV, núm. 9).

55. Otra. Dios mío, me habéis confiado la suerte de uno de vuestros espíritus; haced, Señor, que sea digno del deber que se me ha impuesto; concededme vuestra protección; iluminad mi inteligencia con el fin de que pueda discernir con tiempo las tendencias del que debo preparar para entrar en vuestra paz.

56. Otra. Dios clementísimo, puesto que habéis tenido a bien permitir al espíritu de este niño que venga a sufrir las pruebas terrestres para hacerle progresar, dadle la luz a fin de que aprenda a conoceros, amaros y adoraros.


Haced, por vuestro poder infinito, que esta alma se regenere eh el manantial de vuestras divinas instrucciones; que bajo el amparo de su ángel de la guarda, su inteligencia se aumente, se desarrolle y le enseñe el camino que conduce a vos; que la ciencia del Espiritismo sea la luz brillante que le ilumine a través de los escollos de la vida; que sepa, en fin, apreciar toda la inmensidad de vuestro amor, que nos prueba para fortificamos.


Señor, echad una mirada paternal sobre la familia a que habéis confiado esta alma; que pueda comprender la importancia de su misión y haced germinar en este niño las buenas semillas, hasta el día en que él mismo pueda, por sus propias aspiraciones, elevarse solo hacia vos.


Dignaos, oh Dios mío, escuchar esta humilde plegaria, en nombre y por los méritos del que dijo: "Dejad venir a mí los niños, porque el reino de los cielos es para los que se les parecen."