EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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63. Oración. Dignáos, ¡oh Dios mío! acoger favorablemente la oración que os dirijo por el espíritu de N... hacedle entrever vuestras divinas luces y que le sea fácil el camino de la felicidad eterna. Permitid que los buenos espíritus le lleven mis palabras y mi pensamiento.


Tú que me eres querido en este mundo, oye mi voz que te llama para darte una nueva prueba de mi afecto. Dios ha permitido que fueses el primero en adquirir la libertad; no podría quejarme de ello sin egoísmo, porque sería desear para tí las penas y sufrimientos de esta vida. Espero, pues, con resignación el momento de nuestra reunión en el mundo más feliz en que me has precedido.


Yo sé que nuestra separación es momentánea y que por larga que pudiera parecerme, su duración se borra ante la eterna felicidad que Dios promete a sus elegidos. Que su bondad me preserve de hacer nada que pueda retardar este instante deseado, y que me ahorre de este modo el dolor de no volverte a encontrar al salir de mi cautiverio terrestre.


¡Oh! ¡Qué dulce y consoladora es la certeza de que sólo hay entre nosotros un velo material que te oculta a mi vista! Que puedes estar aquí, a mi lado, verme y oírme como otras veces, y aún mejor que antes; que no me olvidas como yo tampoco te olvido; que nuestros pensamientos no cesan de confundirse, y que el tuyo me sigue y me sostiene siempre.


Que la paz del Señor sea contigo.