EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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12. Oración. Espíritus prudentes y benévolos, mensajeros de Dios, cuya misión es la de asistir a los hombres y conducirles por el buen camino; sostenedme en las pruebas de esta vida, dadme fuerzas para sufrirlas sin murmurar; desviad de mí los malos pensamientos y haced que no dé acceso a ninguno de los malos espíritus que intenten inducirme al mal. Iluminad mi conciencia para que pueda ver mis defectos, y separad de mis ojos el velo del orgullo que podría impedirme el verlos y confesármelos a mí mismo.


Vos sobre todo, N..., mi ángel de la guarda, que veláis más particularmente sobre mí, y vosotros, espíritus protectores que tomáis interés por mí, haced que me haga digno de vuestra benevolencia. Conocéis mis necesidades; haced, pues, que me sea concedida la gracia, según la voluntad de Dios.