EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO

Allan Kardec

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31. Oración. Dios mio, vos sois soberanamente justo; todo sufrimiento en la tierra, debe, pues, tener su causa y su utilidad. Yo acepto el motivo de aflicción que acabo de experimentar como una expiación de mis faltas pasadas y como una prueba para el porvenir.


Espíritus buenos que me protegéis, dadme fuerza para soportarla sin murmurar; haced que sea para mí una advertencia saludable, que aumente mi experiencia y que combata en mí el orgullo, la ambición, la necia vanidad y el egoísmo, y que todo contribuya a mi adelantamiento.