Cuanto más conocido es el nombre del contradictor, más repercusión tiene su crítica, y más bien puede ésta hacer al llamar la atención de los indiferentes.
El austro en la llanura reinar quería.
Cual amo en su vuelo impetuoso,
Con un soplo muy ardiente sacudía
Un secular olmo, tronco enorme y nudoso.
Con su fecunda semilla –decía aquél–
Podía cubrir la tierra, crecer, surgir;
Prevengamos una lucha en el porvenir
Librando obstáculos puestos a mi poder.
Y los delicados penachos verdes,
Deshojándose con el golpe recibido,
En torbellinos se pierden en los aires,
Sin embargo, las semillas han huido
Del soplo que insiste en barrer su vuelo,
Y pese a él echan raíces en el suelo.
Contra las leyes de amor y sabiduría
Que esparce el Espiritismo, árbol de verdad,
El viento de la incredulidad
Sopla, ruge e incesantemente porfía,
Hace que nazca y crezca, creyendo sofocarlo:
Quiere que el germen muera... pero ayuda a sembrarlo.
C. DOMBRE (de Marmande).