Una teja
(Sociedad
Espírita de París. - Médium, Sra. C.)
Un hombre pasa por la calle, lo cae una teja
a los pies y dice: “¡Qué suerte! un paso más y me mataron. Este suele ser el
único agradecimiento que da a Dios. Sin embargo, este mismo hombre, poco tiempo
después, enferma y muere en su cama. ¿Por qué entonces se salvó de la teja para
morir a los pocos días como todos los demás? Es casualidad, dirán los
incrédulos, como él mismo dijo: ¡Qué suerte! ¿De qué servía escapar del primer
accidente si sucumbía al segundo? en todo caso, si la suerte te favoreció, tu
favor no duró mucho.
A esta pregunta, el Espírita responde: En
todo momento escapas de accidentes que te ponen, como dicen, al borde de la
muerte; ¿no ves en ello una advertencia del cielo para probarte que tu vida
pende de un hilo, que nunca estás seguro hoy de vivir mañana; y por lo que siempre
debe estar listo para ir? Pero ¿qué haces cuando tienes que emprender un largo
viaje? Hace tus arreglos, arreglas tus asuntos, te provees de provisiones y
cosas necesarias para el viaje; te deshaces de todo lo que pudiera entorpecerte
y retrasar tu caminar; si conoces el país a dónde vas, y si tienes amigos y
conocidos allí, te vas sin miedo, seguro de ser bien recibido; si no, estudias
el mapa del país y obtienes cartas de recomendación. Supongamos que te ves
obligado a emprender este viaje de la noche a la mañana, no tendrá tiempo de
hacer tus preparativos, mientras que, si te le advierte con suficiente
antelación, tendrá todo dispuesto para tu utilidad y tu placer.
¡Y bien! cada día estáis expuestos a
emprender el más grande, el más importante de los viajes, el que
inevitablemente debéis hacer, ¡y sin embargo no pensáis en él más que si
fuerais a permanecer a perpetuidad en la tierra! Dios, en su bondad, se
preocupa sin embargo de advertirte de esto por los numerosos accidentes de los
que escapas, y sólo tienes esta palabra para Él: ¡Qué suerte!
¡Espíritas! ya sabéis los preparativos que
debéis hacer para este gran viaje que tiene para vosotros consecuencias mucho
más importantes que todos los que emprendéis aquí abajo, porque del modo en que
lo haréis, depende vuestra felicidad futura. La carta que debe dejarte saber el
país al que vas a entrar es la iniciación a los misterios de la vida futura;
por tanto, este país no será nuevo para vosotros; tus provisiones son las
buenas obras que has realizado y que te servirán de pasaporte y cartas de
recomendación. En cuanto a los amigos que encontrarás allí, los conoces. De lo
que debes deshacerte son los malos sentimientos, porque ¡ay de aquel a quien la
muerte le sorprenda con el odio en el corazón! Sería como una persona que
caería al agua con una piedra al cuello, la cual lo arrastraría al abismo; lo
que debéis poner en orden es el perdón que se otorgue a los que os han
ofendido; estos son los males; que habéis tenido con vuestro prójimo y que
debéis apresuraros a reparar, para obtener vosotros mismos el perdón, porque
los agravios son deudas cuyo perdón es el pago. Así que date prisa, porque la
hora de la partida puede sonar en cualquier momento y no dejarte tiempo para la
reflexión.
Os digo la verdad, la teja que cae a vuestros
pies es la señal que os advierte de estar siempre preparados para ir a la
primera llamada, para que no os pille desprevenidos.
El Espíritu de la Verdad.