Reconciliación
por medio del Espiritismo
El Espiritismo ha probado repetidamente su
influencia benéfica para restaurar la buena armonía en las familias o entre los
individuos. Tenemos muchos ejemplos, pero la mayoría son hechos íntimos que se
nos confían, se podría decir, bajo secreto de confesión y que no nos
corresponde revelar. No tenemos el mismo escrúpulo por el siguiente hecho, que
es de conmovedor interés.
Un capitán de barco mercante de El Havre, a
quien conocemos personalmente, es un excelente Espírita y un buen médium.
Varios hombres de su tripulación habían sido iniciados por él en la doctrina, y
sólo había tenido que elogiarlos por el orden, la disciplina y la buena
conducta. Llevaba a bordo a su hermano menor de dieciocho años y a un piloto de
diecinueve, ambos buenos médiums, animados de una fe viva y recibiendo con
fervor y gratitud los sabios consejos de sus Espíritus Protectores. Una noche,
sin embargo, tuvieron una pelea; de las palabras pasaron a los actos de
violencia; así que concertaron una cita para la mañana siguiente para pelear en
algún rincón del edificio. Tomada esta resolución, se separaron. Por la noche,
ambos se vieron asaltados por la necesidad de escribir y recibieron, cada uno
por su cuenta, de sus guías invisibles, una dura advertencia sobre la futilidad
de su disputa, y consejos sobre la felicidad de la amistad, con la invitación a
reconciliarse sin un segundo. pensamiento. Los dos jóvenes, movidos por un
mismo sentimiento, abandonaron a la vez sus lugares y vinieron llorando y se
echaron uno en brazos del otro, y desde entonces ninguna nube ha turbado el
buen entendimiento entre ellos.
Es del propio capitán que tenemos este relato;
tuvimos ante nuestros ojos el cuaderno de sus comunicaciones espíritas, así
como de los dos jóvenes, donde vimos aquella de que acabamos de hablar.
El siguiente incidente le sucedió al mismo
capitán en una de sus travesías. Agradeceremos si podemos transcribirlo, aunque
es ajeno a nuestro tema. - Estaba en el mar, en el clima más hermoso del mundo,
cuando recibió la siguiente comunicación: “Tomen todas sus precauciones; mañana
a las dos se desatará una borrasca y vuestro barco correrá el mayor peligro.”
Como nada podía predecir el mal tiempo, el capitán al principio pensó que se
trataba de una mistificación; sin embargo, para no tener nada que reprocharse,
por casualidad, se ha tomado algunas medidas. Bien lo tomó; porque a la hora
señalada se desató una violenta tempestad, y durante tres días su barco estuvo
en uno de los mayores peligros que jamás había corrido; pero, gracias a las
precauciones tomadas, salió sin accidente.
El hecho de la reconciliación nos ha sugerido
las siguientes reflexiones.
Uno de los resultados del Espiritismo bien
entendido, - enfatizamos estas palabras: bien entendido, - es desarrollar el
sentimiento de caridad; pero la caridad misma tiene, como sabemos, un sentido
muy amplio, desde la simple limosna hasta el amor a los enemigos, que es lo
sublime de la caridad; podemos decir que resume todos los nobles arrebatos del
alma hacia el prójimo. El verdadero Espírita, como el verdadero cristiano,
puede tener enemigos; - ¿Cristo no tenía ninguno? - pero no es enemigo de
nadie, pues siempre está dispuesto a perdonar y a devolver bien por mal. Si dos
verdaderos Espíritas alguna vez tuvieron palabras de animosidad recíproca, su
reconciliación será fácil, porque el ofendido olvida la ofensa y el ofensor
reconoce sus faltas; de ahora en adelante no más peleas entre ellos, porque
serán indulgentes el uno con el otro y se harán concesiones mutuas; ninguno de
los dos buscará imponer al otro un perdón humillante que irrita y hiere más que
calma.
Si en tales condiciones dos individuos pueden
vivir en buena armonía, también puede hacerlo un número mayor, y desde entonces
serán tan felices como podemos serlo nosotros en la tierra, porque la mayor
parte de nuestras tribulaciones provienen del contacto con los malvados.
Supongamos entonces toda una nación imbuida de estos principios, ¿no sería la
más feliz del mundo? Lo que es difícilmente posible para los individuos, se
dirá, es una utopía para las masas, salvo un milagro. ¡Y bien! este milagro el
Espiritismo lo ha hecho muchas veces ya en pequeña escala para familias
desunidas donde ha devuelto la paz y la armonía; y el futuro demostrará que
puede hacerlo a gran escala.