Sr.
Sanson - Segunda entrevista
Sr. Sansón.
(Société de Paris, 25 de abril de 1862. -
Médium, Sr. Leymarie.)
(Primera entrevista. Véase la Revista de mayo
de 1862).
1. Evocación. – R. Mis amigos, estoy cerca de
ustedes.
2. Estamos muy contentos con la entrevista
que tuvimos contigo el día de tu funeral, y ya que nos lo permites, estaremos
encantados de completarla para nuestra instrucción. – R. Estoy completamente
preparado, feliz de que estés pensando en mí.
3. Todo lo que pueda iluminarnos sobre el
estado del mundo invisible y hacernos comprenderlo es muy instructivo, porque
es la falsa idea que tenemos de él la que más a menudo conduce a la
incredulidad. Así que no se sorprenda con las preguntas que le podamos hacer. –
R. No me sorprenderá, y espero sus preguntas.
4. Has descrito con luminosa claridad el paso
de la vida a la muerte; dijiste que en el momento en que el cuerpo respira por
última vez, la vida se rompe y la vista del Espíritu se apaga. ¿Este momento va
acompañado de una penosa, dolorosa sensación? – R. Indudablemente, porque la
vida es una serie continua de dolores, y la muerte es el complemento de todos
los dolores; de ahí un violento desgarramiento como si el Espíritu tuviera que
hacer un esfuerzo sobrehumano para salir de su envoltura, y es este esfuerzo el
que absorbe todo nuestro ser y le hace perder el conocimiento de lo que se está
convirtiendo.
Observación. - Este caso no es general. La
separación se puede hacer con algún esfuerzo, pero la experiencia prueba que no
todos los Espíritus son conscientes de ello, pues muchos pierden toda
conciencia antes de expirar; las convulsiones de la agonía suelen ser puramente
físicas. El Sr. Sanson presentó un fenómeno bastante raro, el de ser, por así
decirlo, testigo de su último aliento.
5. ¿Sabes si hay Espíritus para los que este
momento es más doloroso? ¿Es más doloroso, por ejemplo, para el materialista,
para el que cree que todo acaba en este momento para él? – R. Eso es cierto,
porque el Espíritu preparado ya ha olvidado el sufrimiento, o más bien está
acostumbrado a él, y la tranquilidad con que ve la muerte le impide sufrir dos
veces, porque sabe lo que le espera. El dolor moral es el más fuerte, y su
ausencia en el momento de la muerte es un gran alivio. El que no cree se parece
al condenado a la pena capital y cuyo pensamiento ve el cuchillo y lo
desconocido. Hay una similitud entre esta muerte y la del ateo.
6. ¿Hay materialistas lo suficientemente
endurecidos para creer seriamente, en este momento supremo, que van a ser
sumergidos en la nada? – R. Indudablemente, hasta la última hora hubo quienes
creyeron en la nada; pero en el momento de la separación, el Espíritu tiene un
profundo retorno; la duda se apodera de él y lo tortura, porque se pregunta qué
será de él; quiere agarrar algo y no puede. La separación no puede tener lugar
sin esta impresión.
Observación. - Un Espíritu nos dio, en otra
circunstancia, el siguiente cuadro del fin del incrédulo: "El incrédulo
endurecido experimenta en los últimos momentos la angustia de esas terribles
pesadillas donde se ve al borde de un precipicio, a punto de caer en el abismo;
hace inútiles esfuerzos por huir, y no puede caminar; quiere agarrarse a algo,
agarrarse a un punto de apoyo, y se siente resbalar; quiere llamar y no puede
articular ningún sonido; es entonces cuando vemos al moribundo retorciéndose,
apretando las manos y lanzando gritos ahogados, signos ciertos de la pesadilla
de la que es presa. En la pesadilla ordinaria, el despertar te alivia la
ansiedad y te sientes feliz al reconocer que solo has tenido un sueño; pero la
pesadilla de la muerte suele durar mucho tiempo, incluso años, más allá de la
muerte, y lo que hace que la sensación sea aún más dolorosa para el Espíritu es
la oscuridad en la que a veces se sumerge.
Hemos podido observar varios casos similares
que prueban que esta pintura no es exagerada.
7. Dijiste que cuando moriste ya no viste,
sino que sentiste. Ya no viste corporalmente, eso es comprensible; pero antes
de que la vida se extinguiera, ¿visteis ya el resplandor del mundo de los
Espíritus? – R. Esto es lo que dije anteriormente: el instante de la muerte
devuelve la clarividencia al Espíritu; los ojos ya no ven, pero el Espíritu,
que tiene una visión mucho más profunda, descubre instantáneamente un mundo
desconocido, y la verdad que se le aparece de repente, le da, momentáneamente
es verdad, o un gozo profundo, o un dolor indecible, según al estado de su
conciencia y al recuerdo de su vida pasada.
Observación. - Se trata del instante que
precede a aquel en que el Espíritu pierde la conciencia, lo que explica el uso
de la palabra momentáneamente, porque las mismas impresiones placenteras o
dolorosas continúan al despertar.
8. Por favor díganos qué, en el instante en
que sus ojos se abrieron a la luz, lo sorprendió, lo que has visto. Por favor,
descríbanos, si es posible, el aspecto de las cosas que se le han ofrecido. –
R. Cuando pude volver en mí y ver lo que tenía frente a mis ojos, estaba como
deslumbrado, y realmente no me di cuenta, porque la lucidez no vuelve
instantáneamente. Pero Dios, que me dio una marca profunda de su bondad, me
permitió recuperar mis facultades. Me vi rodeado de muchos amigos fieles. Todos
los Espíritus protectores que vienen a ayudarnos me rodearon y me sonrieron;
una felicidad sin igual los animaba, y yo mismo, fuerte y sano, podía, sin
esfuerzo, transportarme por el espacio. Lo que vi no tiene nombre en los
lenguajes humanos.
Vendré, además, a hablaros más plenamente de
toda mi felicidad, sin, sin embargo, sobrepasar el límite que Dios exige. Sepa
que la felicidad, tal como la entiende, es una ficción. Vive con sabiduría,
santidad, con espíritu de caridad y de amor, y te habrás preparado impresiones
que tus más grandes poetas no pueden describir.
Observación. - Los cuentos de hadas sin duda
están llenos de cosas absurdas; pero ¿no serían, en algunos puntos, la imagen
de lo que sucede en el mundo de los Espíritus? ¿No se parece la historia del Sr.
Sanson a la de un hombre que, dormido en una cabaña pobre y oscura, despertaría
en un palacio espléndido, en medio de un patio resplandeciente?