Viaje Espírita en 1862
Acabamos de hacer una visita a algunos de los centros espíritas de Francia, lamentando que el tiempo no nos permitiera ir a donde se nos había manifestado el deseo, ni prolongar nuestra permanencia, en cada localidad, tanto como hubiésemos querido por la acogida amistosa y fraterna que recibimos en todas partes. Durante un viaje de más de seis semanas y un viaje total de seiscientas noventa y tres leguas, paramos en veinte ciudades y asistimos a más de cincuenta reuniones. El resultado fue para nosotros una gran satisfacción moral bajo el doble aspecto, de las observaciones que recogimos y de la constatación del inmenso progreso del Espiritismo.
El relato de este viaje, que recoge principalmente las instrucciones que dimos en los distintos grupos, es demasiado extenso para poder insertarse en la Revista, de la que absorbería casi dos entregas; lo estamos haciendo una publicación separada, en el mismo formato que el periódico, para que pueda adjuntarse a ella si es necesario [1].
De camino visitamos a los poseídos de Morzine, en Saboya; allí también hemos recogido importantes y muy instructivas observaciones sobre las causas y el modo de la obsesión en todos los grados, corroboradas por casos idénticos y aislados y que hemos visto en otras localidades, y sobre los medios de combate. Este será el tema de un artículo especial desarrollado, que teníamos la intención de insertar en este número de la Revista, pero no habiéndonos permitido el tiempo terminarlo lo suficientemente pronto, nos vemos obligados a posponerlo para el próximo número; además, sólo puede ganar si se hace con menos prisa. Desde entonces, varios hechos recientes han arrojado luz sobre esta cuestión, que abre un nuevo horizonte para la patología.
Este artículo dará respuesta a todas las solicitudes de información que con frecuencia nos son dirigidas sobre casos análogos.
Creemos que debemos aprovechar esta circunstancia para rectificar una opinión que nos parece bastante generalizada.
Varias personas, sobre todo en provincias, habían pensado que los gastos de estos viajes corrían a cargo de la Sociedad de París; tuvimos que señalar este error cuando se presentó la ocasión; a los que aún pudieran compartirlo, recordaremos lo que dijimos en otra circunstancia (N° de junio de 1862, pág. 167), que la Sociedad se limita a proveer para sus gastos corrientes, y no tiene reserva; para que ella pudiera reunir capital, tendría que visar lucro; esto es lo que no hace y no quiere hacer, porque la especulación no es su fin, y el número no añade nada a la importancia de su obra; su influencia es enteramente moral y en el carácter de sus reuniones, que dan a los extraños (aquellos que la buscan) la idea de una asamblea grave y seria; este es su medio más poderoso de propaganda. Por lo tanto, no podía prever tal gasto. Los gastos de viaje, como todos los que exigen nuestras relaciones por el Espiritismo, se toman de nuestros recursos personales y de nuestros ahorros, aumentados por el producto de nuestras obras, sin las cuales nos sería imposible hacer frente a todos los gastos que nos son consecuencia del trabajo que hemos emprendido. Esto se dice sin vanidad, pero sólo para rendir homenaje a la verdad y para aclaración de los que imaginan que estamos atesorando.
[1] Folleto grande en 8°, formato y tipografía de la Revista. - Precio: 1 franco, gratuito para toda Francia. (En prensa.)